Cuando hablamos de las funciones del lenguaje estamos haciendo referencia a las diferentes finalidades con las que una persona utiliza el lenguaje. Dicho de otra manera, los propósitos a nivel comunicativo con los que se hace uso de esta herramienta cognitiva y abstractiva.
Las diferentes funciones del lenguaje hacen hincapié en cada uno de los elementos básicos de la comunicación, que son:
- Emisor. Aquella persona que se encarga de producir el mensaje y dar comienzo al proceso de transmisión del mismo.
- Receptor. Es quién recibe el mensaje y lo decodifica, entendiéndolo, dando por finalizado el proceso de comunicación.
- Canal. Es el medio físico a través del cual se envía dicho mensaje, ya sea papel impreso, ondas sonoras, etcétera.
- Mensaje. Se trata del contenido psíquico que se busca compartir mediante el lenguaje, sea una emoción, una descripción, una orden…
- Código. Es el «idioma» utilizado para la transmisión del mensajes, pudiendo ser una lengua hablada, código morse…
Teniendo esto claro, vamos a hablarte acerca de las seis funciones del lenguaje, establecidas por Jackobson, y que nos permiten darnos cuenta de los diferentes límites y las capacidades del lenguaje humano. Más allá de saber conceptos básicos de nuestro idioma como qué es un sujeto tácito, las palabras parasintéticas o un complemento indirecto, para comprender mejor la comunicación, es imprescindible conocer las diferentes funciones del lenguaje.
Función referencial
La función referencial, también conocida como función informativa, consiste en el empleo del lenguaje para tratar de indicar algún aspecto del universo externo del emisor, dicho de otra manera, de la propia realidad. Por ello, se centra en el propio mensaje más que en el resto del resto de los elementos comunicativos.
Se trata de una función «objetiva» del lenguaje, como sucede, por ejemplo, cuando se indica el resultado de una operación matemática, o le decimos la hora que es a una persona que nos la pregunta por la calle. En este tipo de situaciones se tiene en consideración la realidad que se encuentra a nuestro alrededor.
Función emotiva
La función emotiva, también denominada función expresiva del lenguaje, guarda relación con la realidad emocional o psíquica del emisor del mensaje. Se centra en este y habitualmente cuenta con formas verbales en primera persona, aunque no es necesario. En cualquiera de los casos busca transmitir al receptor algún elemento de ánimo o de subjetividad.
Esto sucede, por ejemplo, cuando mostramos nuestras quejas tras recibir un golpe que nos ha provocado dolor, o cuando le contamos a una persona cómo nos sentimos.
Función apelativa
La función apelativa o función conativa, es aquella función del lenguaje que está centrada en el receptor, persiguiendo producir en este una reacción deseada. Es una función imperativa a la que se recurre para que la otra persona pueda hacer lo que nos interesa, ya sea tras darle una orden, a través de una amenaza o pidiendo un favor.
Tenemos infinidad de ejemplos, como cuando le indicamos a una persona cómo llegar a un determinado lugar en la calle; cuando pedimos a alguien que nos diga la hora; o s mandamos a alguien callar.
Función metalingüística
La función metalingüistica es aquella que permite al lenguaje hablar de sí mismo, puesto que se encuentra centrada en el código comunicativo. De esta forma, se emplea con la finalidad de aclarar términos, preguntarle a otra persona si nos entiende o incluso para hacer una corrección del modo en el que estamos diciendo las cosas.
Esta función del lenguaje podemos encontrarla cuando corregimos la ortografía en un texto a otra persona, o cuando explicamos a un niño el significado de una palabra.
Función fática
La función fática, también denominada función relacional, sirve para comprobar que el canal de comunicación en el que se centra se encuentra activo, y por lo tanto, es posible dar comienzo a la propia transmisión del mensaje. En este caso no tiene ninguna otra finalidad y es habitual que se encuentre integrado por diferentes palabras que no tienen otro sentido o significado.
Este es el caso de aquellas palabras de las cuáles hacemos uso a la hora de atender el teléfono, como «Diga», «¿Hola?» o «¿Aló?», entre otras. Son palabras que a pesar de que no tienen ningún sentido real a la hora de transmitir el mensaje, sirve para poder verificar que hay otra persona al otro lado para ejercer como receptor del mensaje y poder establecer la comunicación.
Función poética
Finalmente, la sexta de las funciones del lenguaje es la función poética o estética, que es la más compleja, ya que se encuentra también centrada en el mensaje que se va a transmitir, pero también en el código en el que se lleva a cabo, ya que se produce en aquellos casos en los que se trata de embellecer, hacer mas lúdico o más eficaz el mensaje. Este es el caso de los acertijos, los refranes, las rimas poéticas y otros giros del lenguaje empleados para que la comunicación sea más rica y potente.
Un ejemplo es cuando se usan figuras retóricas como metáforas, hipérboles, etcétera para expresarnos, cuando hacemos juegos de palabras o al recitar un poema.