La poesía siempre se ha caracterizado por ser la forma idónea de romantizar un escrito. Son de cierta manera, un estilo literario que busca resaltar la belleza en prosas y versos. Y sabeos que allí afuera hay un montón de aficionados a la poesía, motivo por el cual hoy queremos compartir un recopilatorio con diversos poemas de amor que os vana encantar.
Después de todo el amor es un sentimiento universal que nos conmueve a todos, incluso al que posee el corazón más frio. Sin embargo, no siempre hallamos las palabras más adecuadas para poder expresarlo. Es por ello que a lo largo de la historia diversos poetas se han dedicado a escribir y decir aquellos que sentimos, de las maneras más hermosas y elocuentes posible.
Por ello es que en este artículo queremos divulgar un recopilatorio con diversos poemas de amor. Muchos bastante cortos pero que pertenecen a poetas reconocidos. Por lo que más allá de tener algo bonito para acompañar tus post de instagram. Aquí puede que encuentres la inspiración. Y por qué no, quizás pulir un poco tu escritura en el proceso.
Por otro lado, si lo tuyo no es la poesía, considera entonces visitar: ¿Qué es el World Building?
Recopilatorio de poemas de amor.
Arde en tus ojos, de Antonio Machado
Arde en tus ojos un misterio, virgen
esquiva y compañera.
No sé si es odio o es amor la lumbre
inagotable de tu aliaba negra.
Conmigo irás mientras proyecte sombra
mi cuerpo y quede a mi sandalia arena.
-¿Eres la sed o el agua en mi camino?-
Dime, virgen esquiva y compañera.
Madrigal, de Amado Nervo.
Por tus ojos verdes yo me perdería,
sirena de aquellas que Ulises, sagaz,
amaba y temía.
Por tus ojos verdes yo me perdería.
Por tus ojos verdes en lo que, fugaz,
brillar suele, a veces, la melancolía;
por tus ojos verdes tan llenos de paz,
misteriosos como la esperanza mía;
por tus ojos verdes, conjuro eficaz,
yo me salvaría.
Si me quieres, quiéreme entera, de Dulce María Loynaz.
Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra…
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca, y gris, verde, y rubia,
y morena…
Quiéreme día,
quiéreme noche…
¡Y madrugada en la ventana abierta!…
Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda… O no me quieras.
A veces, de Nicolás Guillén.
A veces tengo ganas de ser cursi
para decir: La amo a usted con locura.
A veces tengo ganas de ser tonto
para gritar: ¡La quiero tanto!
A veces tengo ganas de ser niño
para llorar acurrucado en su seno.
A veces tengo ganas de estar muerto
para sentir,
bajo la tierra húmeda de mis jugos,
que me crece una flor
rompiéndome el pecho,
una flor, y decir:
Esta flor, para usted.
Te ofrezco, de Paul Verlaine.
Te ofrezco entre racimos, verdes gajos y rosas,
Mi corazón ingenuo que a tu bondad se humilla;
No quieran destrozarlo tus manos cariñosas,
Tus ojos regocije mi dádiva sencilla.
En el jardín umbroso mi cuerpo fatigado
Las auras matinales cubrieron de rocío;
Como en la paz de un sueño se deslice a tu lado
El fugitivo instante que reposar ansío.
Cuando en mis sienes calme la divina tormenta,
Reclinaré, jugando con tus bucles espesos,
Sobre tu núbil seno mi frente soñolienta,
Sonora con el ritmo de tus últimos besos.
Presente simple (Confianza), de Pedro Salinas.
Ni recuerdos ni presagios:
sólo presente, cantando.
Ni silencio, ni palabras:
tu voz, sólo, sólo, hablándome.
Ni manos ni labios:
tan solo dos cuerpos,
a lo lejos, separados.
Ni luz ni tiniebla,
ni ojos ni mirada:
visión, la visión del alma.
Y por fin, por fin,
ni goce ni pena,
ni cielo ni tierra,
ni arriba ni abajo,
ni vida ni muerte, nada
sólo el amor, sólo amando.
Contigo, de Luis Cernuda.
¿Mi tierra?
Mi tierra eres tú.
¿Mi gente?
Mi gente eres tú.
El destierro y la muerte
para mi están adonde
no estés tú.
¿Y mi vida?
Dime, mi vida,
¿qué es, si no eres tú?
Amor, de Salvador Novo.
Amar es este tímido silencio
cerca de ti, sin que lo sepas,
y recordar tu voz cuando te marchas
y sentir el calor de tu saludo.
Amar es aguardarte
como si fueras parte del ocaso,
ni antes ni después, para que estemos solos
entre los juegos y los cuentos
sobre la tierra seca.
Como si cada beso, de Fernando Pessoa.
Como si cada beso
Fuera de despedida,
Cloé mía, besémonos, amando.
Tal vez ya nos toque
En el hombro la mano que llama
A la barca que no viene sino vacía;
Y que en el mismo haz
Ata lo que fuimos mutuamente
Y la ajena suma universal de la vida.
Yo no quiero morirme sin saber de tu boca, de Elsa López
Yo no quiero morirme sin saber de tu boca.
Yo no quiero morirme con el alma perpleja
sabiéndote distinto, perdido en otras playas.
Yo no quiero morirme con este desconsuelo
por el arco infinito de esa cúpula triste
donde habitan tus sueños al sol de mediodía.
Yo no quiero morirme sin haberte entregado
las doradas esferas de mi cuerpo,
la piel que me recubre, el temblor que me invade.
Yo no quiero morirme sin que me hayas amado.
De esta manera concluimos con la redacción de esta entrada, esperamos que cada uno de los poemas citados os haya gustado. Si queréis leer más de nuestro contenido, considera visitar: Cómo escribir publicaciones con textos decorados en facebook.